MATERNIDAD,  PLANES CON NIÑOS

Disfrutar y saborear los pequeños detalles diarios

Hace unos días hablaba con el padre de las criaturas en plan filosófico sobre la vida, me dio por pararme a pensar en que quizá no valoramos tanto como debiéramos los pequeños detalles diarios, vamos como locos viviendo en bucle, con las rutinas y con los horarios, que no nos paramos a pensar en que aquí hemos venido para estar de paso, y que hay que saborear, disfrutar y exprimir todos y cada uno de los minutos que nos da la vida, ¿no te parece?.

Igual suena a tópico, pero la vida está para vivirla, y desde hace un tiempo que me propuse valorar los momentos que tengo con mis seres queridos, decirles tantas veces como sienta o como quiera que LOS QUIERO, ¿por qué esto no lo hacemos tanto?, ¿por qué hay a gente que le cuesta decir TE QUIERO, pero no le cuesta dar un grito, o una mala contestación?, dar un abrazo cuando me apetezca, sin pretexto, sin excusa, simplemente porque si, es terapéutico y reconforta el alma, pruébalo y verás que no miento 😉

Hace unas semanas un vecino de mis padres de menos de 60 años, se fue a dormir como cada día con su mujer, y a la mañana siguiente no se despertó, así, tal cual, hoy estás mañana no estás, sin previo aviso te vas al otro barrio, sin despedirte, sin avisar, sin esperarlo, se me pone un nudo en la garganta pensar que quizá el día de antes había discutido con su mujer, o con uno de sus hijos por cualquier cosa banal, nunca sabes cuando y a quien nos va a tocar, hay ocasiones que la vida te avisa, pero estas situaciones a mi me ponen los pelos de punta.

¿Quién me asegura que eso no me vaya a pasar a mi?, ¿o a mis padres?, ¿quién me dice que un loco al volante no vaya a atropellar a uno de mis hijos al cruzar la calle en un paso de peatones?, nadie, por desgracia nadie me lo puede asegurar.

Así que desde aquello me propuse firmemente el vivir a tope, pero vivir de verdad, nada de palabrería que queda muy cuqui en las redes sociales o dicho de boquilla, no, no, ¡de verdad!, enfadarme menos, gritar menos, ser más feliz (si cabe), querer a tope, y sobre todo ESTAR, estar con mis hijos, con mi familia, darles a mis hijos felicidad, libertad, que puedan tener una infancia tan feliz como la que tuve yo, corriendo, trepando a los árboles, jugando en los parques, yendo al campo, al aire libre, jugando como lo que son, niños.

Hemos pasado por unos días de lluvias en Valencia tremendas, un no parar de llover, ¿y qué puede haber mejor para un niño que calzarse unas botas de agua y saltar en los charcos?, ¡yo creo que nada! jaja así pues, haciendo caso a mi nueva filosofía be happy may friend, nos bajamos al parque y gozamos como locos, ellos saltando y corriendo por los charcos, mojándose más allá de las bragas y los calzoncillos, y yo disfrutando de mi gran pasión la fotografía. 

Podrás imaginar como lo pasamos, si, digo pasamos porque aunque yo no salté en los charcos, verlos a ellos reír a carcajadas hasta quedarse sin aliento, fue un chute de energía para mi alma, los Vikingos me dan la vida, los exprimo a tope, aunque obviamente tenemos nuestros momentos de… ¡¡NO PUEDO CON VOSOTROS!! jajaja, son mínimos a comparación de los buenos.

Ellos crecerán, y por desgracias estos momentos, ya no volverán, valorémoslos y gocemos con ellos tanto como podamos 🙂


niña jugando en los charcos de agua
niño jugando en los charcos
niño saltando en los charcos
niños jugando en los charcos de agua
niño saltando en los charcos de agua
botas de agua de niña
niña saltando en los charcos
niños saltando en los charcos de agua
niños jugando en los charcos de agua
niña jugando en el parque
niña jugando en el columpio
niña volando en el columpio
niño jugando en el parque
niño jugando en el parque
niño jugando en el parque

niño jugando en el parque
niña jugando en el parque
niño jugando en el parque

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *