Planes con niños: La Albufera Valenciana
El apartado PLANES CON NIÑOS últimamente está que arde en el blog, a veces hacemos escapadas y visitas a sitios molones por la terreta, pero o bien no cojo la cámara, o surge algún contra tiempo que no me permite retransmitir (fotográficamente hablando) nuestro día, aunque esto no me pasó en nuestra visita a LA ALBUFERA de Valencia hace unos días.
Partiré diciendo, que me siento tremendamente afortunada por tener este parque natural a tan sólo 10 km de Valencia capital (un poco más desde el pueblo donde vivimos nosotros), es una auténtica maravilla poder pasear entre sus arrozales, sus cañas, oír graznar a los patos, y comer en unos de sus muchos restaurantes una paella que bueno, cualquier descripción gráfica que dijera, se quedaría corta para describir su sabor…
El plan de Domingo era bien sencillo, SALIR A DISFRUTAR EN FAMILIA de la naturaleza, del silencio, de su entorno y darnos un homenaje en el rte. de un amigo de PAPArracho, sito en pleno Palmar, uno de los municipios que rodean a La Albufera.
Me gusta que mis hijos estén en continuo contacto con la naturaleza, consideramos fundamental que valoren desde chiquititos los pequeños detalles, que disfruten de lo sencillo de la vida como es correr, jugar con un palo, o tirar piedras al agua, intentamos inculcarles que hay vida más allá de los parques de bolas, y de los chiquiparcs con luces y musiquitas infernales.
Los arrozales estaban ¡a rebosar!, como podrás ver, aún así se veían las plantaciones de arroz, ya que aunque así a simple vista parece que cubre mucho, sólo llega el água un poco más de la rodilla, recuerdo cuando de pequeña vi como se metían los agricultores con unas botas de agua hasta casi las ingles, para recoger el arroz, fue genial explicarle a Batusi todo el proceso de recogida del arroz, que esas ramitas que se veían debajo del agua estaban llenas de granitos de arroz, de un montón de variedades diferentes, y que luego es lo que se come ella en el plato.
-¿Donde están los granos mami?, yo no los veo… ><
Yo también aproveché mi momento fotografía, aunque tengo que decir que ir a fotografiar a La Albufera no tiene mucho mérito, es decir, está todo puesto para que tu sólo tengas que darle al click al botón de la réflex.
La luz, los colores, los reflejos, el contraste… ¡Una gozada!.
Hay muchos caminejos donde pasear, está permitido ir en bicicleta, así que el perderse entre sus interminables arrozales es un planazo sin duda para hacer con los niños, se puede ir con carro para bebés, pero NO OS OLVIDÉIS EL PLÁSTICO para tapar el carro, hay algunas zonas donde hay mosquitos de agua, esos diminutos que aunque no pican, se forman en una especie de nube alrededor tuyo.
También podrás darte un paseo en barca por los propios arrozales por menos de 10€ por persona, algo menos los niños, hay algunos restaurantes que tienen embarcadero y que lo ofrecen como complemento a la comida.
Hay puntos en los que puedo asegurar que se ven los atardeceres más IMPRESIONANTES que puede ofrecernos la naturaleza, si optáis por ver uno, infórmate bien de la hora de la puesta de sol, y busca el mirador del Saler, donde se concentran decenas de personas cada día para captar la mejor instantánea.
Y como colofón final al post, he dejado a mis pelirrojos juntos en el carro del peque, me partía de la risa oír como Batusi le explicaba a su hermano lo que nosotros le acabábamos de explicar, «mía tete, eso es arrosito rico que nos hace la iaia», me la como…
Espero que te haya gustado el post y te haya servido de ayuda, y si estás por Valencia o con vistas de, te animes a visitar La Albufera, te dejo con el sol despidiéndose, y ya sabes que si te ha gustado el post, ¡PUEDES COMPARTIRLO!, me chivan por el pinganillo que es gratis… ;D
2 Comentarios
Felisa Fernández Fernández
Que bonito!! Los niñ@s disfrutan mucho con la naturaleza y aprenden todo lo que alberga (y nosotras también). Que bien os lo pasásteis, me alegro. Me ha encantado el post, gracias y besitos.
Núria
Gracias a ti Felisa!, la Albufera es una autentica maravilla de la naturaleza, paz, serenidad, relax… ¡Y buena comida!