Ruta en familia por el Parque Natural de las Hoces del Cabriel

En Valencia tenemos un otoño que bien podrían pasar por primavera, de ahí la palabra veroño, no suele hacer frío hasta entrado diciembre, así que aprovechamos los domingos como ya es habitual en nosotros para irnos de escapada a la montaña, hace unos días madrugamos un poco más de lo normal y nos fuimos a hacer una ruta en familia por el Parque Natural de las Hoces del Cabriel, en Valencia. ¡Nos encantó!, como siempre no me canso de decir que los peques me asombran a cada excursión y ruta que nos aventuramos a hacer, en este caso estuvimos indagando y la ruta era muy fácil, de hecho leímos en webs que había gente que hacía la ruta por las Hoces del Cabriel con carros de bebés, y en efecto así es, nos cruzamos con unos papás que iban con un carro en el cual llevaba un bebé de pocos meses. La ruta se conoce como la ruta de los cuchillos, su nombre va cogiendo forma conforme vas terminando la ruta, ya que las montañas al final de la ruta son espectaculares, como cuchillos, los picos afilados y preciosos, el camino no tiene ni un ápice de desperdicio, ¡súper bonita!, muy arbustiba, llena de vegetación y fluvial, aunque no ves el río en varios tramos de la ruta, si que lo escuchas, es súper relajarte ir escuchando el sonido del río cayendo montaña abajo, ¿no te parece?. Dejas el coche en un parking gratuito, y te encaminas a hacer la ruta que consta de 7 km, 3,5 de ida y 3,5 de vuelta, ¿ahora entiendes el por qué mis hijos no dejan nunca de sorprenderme?, ¡hicieron la ruta completa!, aunque a la vuelta ya estaban algo más cansados (normal, lo estaba yo, como para no estarlo ellos…), sólo tuvimos que coger al Vikingo unos pocos metros en brazo, el resto del paseo como siempre que hacemos excursiones, a su paso, a su ritmo, sin agobios, sin prisas, simplemente disfrutando del día, del paisaje, y aunque suene muy cursi, de estar juntos y pasarlo bien en familia, que es de lo que se trata 🙂 Al final del camino es cuando vas viendo los famosos «cuchillos«, unas montañas con las cimas afiladas y que son preciosas, es todo el camino súper arbustivo, lleno de pinos, de vegetación y totalmente preparado para hacer la excursión. No hay merenderos, nosotros llegamos al final donde hay un «puente» de metal, y ahí fue donde comimos, nos llevamos como es habitual en nuestras excursiones domingueras, unos bocadillos de tortilla de patata, sandwiches para almorzar, olivas, unas papas, cacaos, fruta, yogures, galletas y pipas, ¡llenamos el buche tan ricamente!. Como decía unos párrafos más arriba, el final de la ruta es lo más llamativo y lo que más les moló a los Vikingos, ya que hay un tramo en el que tienes que cruzar por un túnel que pasa por debajo de la montaña, unos metros más adelante es donde verás el puente, y una la pared de una montaña chulísima que se te echa encima. Aquí si que puedes disfrutar del río en todo su esplendor… Por todo el camino lo que mola mucho son la cantidad de árboles variopintos que hay, árboles frutales como este que ves en la foto de arriba, también hay mogollón de encinas, plantas del romero, pero sobre todo lo que más abunda son los pinos, ¡miles de ellos!. Y como colofón final, y ya cuando volvíamos de vuelta al coche, ¿cuál fue nuestra sorpresa?, ¡nos encontramos a una familia de corzos en libertad!, sin duda fue lo que más moló de todo el día, y para los peques ni os cuento, ¡fliparon con los corzos!, no es lo habitual escaparte a la montaña y encontrarte con animales libres, y más de día y a la distancia tan cerca de las personas. Pasamos un día estupendo, sin duda una excursión súper recomendable para hacer con o sin niños, si tienes la oportunidad de visitar el Parque Natural de las Hoces del Cabriel, no lo dudes 🙂 ya sea para hacer la ruta que hicimos nosotros, o bien cualquier otra ruta, si eres amante de la naturaleza, te molará seguro.