Cuevas de Artá en Mallorca, y playa de Canyamel
Nuestras vacaciones por la isla estaba llegando a su fin, el post de hoy es el último de la saga, que no menos importante ni mucho menos, el día antes de partir hacia Valencia lo dedicamos a hacer una visita a las cuevas de Artá, y posteriormente darnos un baño en la playa de Canyamel.
Te pongo un poco en situación, para que eches un ojo rápido a los planos de Mallorca que he ido insertando estos días en los post de las vacaciones, las playas y calas que hemos visitado, y dónde nos hemos bañado la mar de a gusto.
El último día como digo, lo dedicamos a hacer una excursión diferente a la que habíamos hecho durante todos los días por Mallorca, que básicamente fue calas, calas, y más calas, nos decantamos por las cuevas de Artá, muy cerca de nuestro alojamiento, aunque estuvimos dudando de ir a las archi conocidas cuevas del Drach.
Nosotros, el padre y yo, ya habíamos visitado las cuevas del Drach cuando estuvimos hace años a la isla, así que hicimos un consenso y después de ver y leer opiniones nos decidimos por ir a las cuevas de Artá, y ahora después de haber visto las dos y verme en la capacidad de comparar, decir que no tienen nada que envidiarse una de la otra.
La diferencia más significativa es el lago que hay en las cuevas del Drach y el paseito en barca que te dan por él, acompañado de un pequeño concierto de violines, ¿en contra?, las cuevas del Drach están excesivamente masificadas, las visitas son con grupos de muchísima más gente, el parking es de pago, y si en temporada alta no vas con tiempo, o en horas poco frecuentadas (las 3 de la tarde con el Lorenzo cayendo bien, o las 10 de la mañana que es la primera visita) es probable que te quedes sin entrada, puesto que el ir y venir de autobuses es un flujo constante, y la mayoría cogen entradas en grupo, cuando juntas todo esto, en mi opinión, acaba perdiendo el encanto que caracteriza a una cueva.
Sin embargo a mi las cuevas de Artá me encantaron, entramos en un grupo de unas 20 personas, niños incluidos, la entrada vale 15€ por persona (los niños no pagan), y la visita dura unos 45 minutos más o menos y es con un guía, te recomiendo llevarte una camiseta de manga larga para los polluelos, la temperatura dentro de la cueva es de 18º, el parking es gratuito y la cueva es incompatible para entrar con carro de bebé, que por cierto hay una zona habilitada para dejar el carro en la calle (sin vigilancia).
Hacen un pequeño concierto combinando música (Carmina Burana) con luces, de unos 3-4 minutos, al loro con esto porque hay comentarios en internet de que a algunos niños les da algo de miedo, ya que se hace en la sala llamada «purgatorio» las luces son rojas y con la música a todo trapo, yo puse en situación a Batusi antes de entrar y en el momento en cuestión la cogí en brazos y el padre al pequeño, por si las moscas, pero nada, disfrutaron del concierto como los demás niños que estaban en el grupo haciendo la visita, ninguno lloró y tampoco vi que pasaran ningún miedo.
Te dejo con algunas fotos de dentro de la cueva, muy recomendable para ir con niños o sin ellos, también decir que son ABSOLUTAMENTE IMPRESIONANTES, y que ninguna de las fotos que veas le hacen la justicia que tienen viéndolas en vivo y en directo, como digo, impresionantes.
Después de la visita a la cueva, nos fuimos a darnos un baño a la playa de Canyamel, este día nos esperaba una comida en el chalé de una paella a leña que se iba a patrocinar mi cuñado, todo un cocinillas.
Esta playa tenia más oleaje que las calas que habíamos visitado días atrás en la isla, la arena no era tan blanca y fina como estábamos acostumbrados, pero los peques disfrutaron mucho igualmente.
La mañana en la playa se hizo corta y fue un chapuzón rápido, después nos encaminamos a Betlem a meternos entre pecho y espalda esta pedazo de paella hecha por mi cuñado, ¡le salen riquísimas!, y además con el aliciente de estar hecha a leña, lo cual incrementa el sabor, ¡y de qué manera!.
Por la tarde una siesta, a preparar las maletas, y a disfrutar de las últimas horas en la piscina del chalé, a la mañana siguiente salíamos bien temprano hacia el puerto de Palma, teníamos unas vistas increíbles a la bahía desde el chalé en que nos alojábamos, nos subimos a la terraza una copa de vino, y nos limitamos a disfrutar del momento, sin prisas, viendo caer el sol tras las montañas, y haciendo balance de lo vivido esos días, unos días maravillosos que no olvidaremos nunca.
Puedes ver en estos enlaces los post sobre nuestras vacaciones por la isla.
Visita a Palma y a la playa Es Trenc
Cabo y playa de Formentor
Las playas paradisíacas de Mallorca que hemos visitado